Viernes 26 de Abril de 2024 . SdE. República Argentina.
28 - 8 - 2014 | Jujuy |

XX° Serenata a la “Niña Yolanda”

XX° Serenata a la “Niña Yolanda”

|Nota: ||Foto: |

El Anfiteatro de Lozano después del mediodía será la sede de la vigésima edición de la tradicional “Serenata a la Niña Yolanda”. Además de los artistas musicales, participaran artesanos y cocineros de comidas regionales.

Con entrada libre y gratuita, la ceremonia en homenaje a la niña que cautivo en 1936 con su voz al pueblo norteño, tendrá la participación durante 10 horas de los siguientes grupos y solistas:

Coroico
Los de Jujuy
José Simón
Las 4 Cuerdas
Maryta de Humahuaca
Diableros Jujeños
Maxi Gil
Grupo Amaranto
Faba Kindgar
la Banda del RI 20 (una de las presencias tradicionales que se presentará a las 18.00)
Alma Jujeña
Bacha Bohuid
Seba Croas
Bien Jujeños
Grupo Tunay
Amaneceres
Así No Más
El Ballet ‘Niña Yolanda’
Amarantitosa
Amaranto
Barracanes y Asunto Desconocido
Nadia Tambo, entre otros.

“Niña Yolanda”, la de la Zamba del Lozano

Hija del comandante Pedro José Pérez, dos veces gobernador de Jujuy, y de María Teresa Torres Portillo, una boliviana descendiente de los virreyes de Perú, Yolanda recibió en su casa ancestral —la misma en la que se gestó el Exodo Jujeño y en la que se firmó la paz de la Guerra del Chaco— todos los gestos necesarios para convertirse en una previsible y reaccionaria niña de la alta sociedad del noroeste. Y, sin embargo, ella eligió otro camino. Una ruta propia por la cual transitar.

Gordita y de baja estatura, indiferente a la coquetería, siempre risueña y bohemia, estudió música como tantas chicas de su San Salvador de Jujuy, donde nació casi con el siglo XX, un caluroso y seco 16 de febrero de 1902.

Fue maestra en la Escuela Belgrano de la capital provincial, compartió con otras mujeres una especie de avanzada feminista jujeña que se reunía en el Club Social y fue una amiga entrañable. Una de sus hermanas del alma fue la señora Cachorro Alvarez Soto, quien a fines de los 40 cayó rendida a los pies del músico Héctor Roberto Chavero, conocido como Atahualpa Yupanqui.

La niña había trascendido apenas cuando, en el 36, ofreció una serie de conciertos. Primero, por Radio Municipal de Buenos Aires —donde se hizo amiga del famoso compositor Carlos Guastavino, autor musical de "Se equivocó la paloma" — y después en Salta, Tucumán, San Juan y Mendoza. Amaba desde siempre la música folclórica, pero también a Beethoven, Chopin y Paderewski y su piano fue un regalo de Alberto Williams.

Prefería eso que ahora se llama bajo perfil y que en sus tiempos se conocía sencillamente como modestia. A los lugareños los consideraba sus hermanos. Hacía culto de la libertad. Con ellos compartía desde el respeto por la Pachamama hasta la sensibilidad por el charango y la quena.

Cantaron con esta mujer de personalidad magnética —y comieron sus locros y empanadas— Jorge Cafrune, los Quilla Huasi, Eduardo Lagos, El Chúcaro y Norma Viola, Rolando Chivo Valladares, el legendario Agustín Lara y el tropical trío Los Panchos y Pedro Vargas. Pero también, Claudio Arrau, Narciso Yepes, el pianista alemán Detlef Kraus y Antonio de Raco. La condición para compartir sus veladas era levantar la guardia contra la soberbia intelectual y evitar de todas formas el aburrimiento. "Más vale un pobre yo que un gran remedo", dicen que repetía. Cuentan los que la escucharon que la Niña tocaba bastante bien los teclados y que para componer —una obra básicamente folclórica y casi desconocida, que Guastavino consideró "exquisita"— prefería la música pentatónica, esa cuyos acordes remiten a los sonidos de la montaña.

Era la gran anfitriona de las fiestas veraniegas de su finca de Lozano. Fue una de las primeras mujeres que manejó un automóvil y fumó cigarrillos públicamente en su provincia. "Y era extraordinariamente tierna", asegura su hijo.

Murió en Córdoba a los 66 años, mientras visitaba a su amigo, el padre jesuita Osvaldo Pol.

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28 - 8 - 2014 | Jujuy |

XX° Serenata a la “Niña Yolanda”

El Anfiteatro de Lozano después del mediodía será la sede de la vigésima edición de la tradicional “Serenata a la Niña Yolanda”. Además de los artistas musicales, participaran artesanos y cocineros de comidas regionales.

Con entrada libre y gratuita, la ceremonia en homenaje a la niña que cautivo en 1936 con su voz al pueblo norteño, tendrá la participación durante 10 horas de los siguientes grupos y solistas:

Coroico
Los de Jujuy
José Simón
Las 4 Cuerdas
Maryta de Humahuaca
Diableros Jujeños
Maxi Gil
Grupo Amaranto
Faba Kindgar
la Banda del RI 20 (una de las presencias tradicionales que se presentará a las 18.00)
Alma Jujeña
Bacha Bohuid
Seba Croas
Bien Jujeños
Grupo Tunay
Amaneceres
Así No Más
El Ballet ‘Niña Yolanda’
Amarantitosa
Amaranto
Barracanes y Asunto Desconocido
Nadia Tambo, entre otros.

“Niña Yolanda”, la de la Zamba del Lozano

Hija del comandante Pedro José Pérez, dos veces gobernador de Jujuy, y de María Teresa Torres Portillo, una boliviana descendiente de los virreyes de Perú, Yolanda recibió en su casa ancestral —la misma en la que se gestó el Exodo Jujeño y en la que se firmó la paz de la Guerra del Chaco— todos los gestos necesarios para convertirse en una previsible y reaccionaria niña de la alta sociedad del noroeste. Y, sin embargo, ella eligió otro camino. Una ruta propia por la cual transitar.

Gordita y de baja estatura, indiferente a la coquetería, siempre risueña y bohemia, estudió música como tantas chicas de su San Salvador de Jujuy, donde nació casi con el siglo XX, un caluroso y seco 16 de febrero de 1902.

Fue maestra en la Escuela Belgrano de la capital provincial, compartió con otras mujeres una especie de avanzada feminista jujeña que se reunía en el Club Social y fue una amiga entrañable. Una de sus hermanas del alma fue la señora Cachorro Alvarez Soto, quien a fines de los 40 cayó rendida a los pies del músico Héctor Roberto Chavero, conocido como Atahualpa Yupanqui.

La niña había trascendido apenas cuando, en el 36, ofreció una serie de conciertos. Primero, por Radio Municipal de Buenos Aires —donde se hizo amiga del famoso compositor Carlos Guastavino, autor musical de "Se equivocó la paloma" — y después en Salta, Tucumán, San Juan y Mendoza. Amaba desde siempre la música folclórica, pero también a Beethoven, Chopin y Paderewski y su piano fue un regalo de Alberto Williams.

Prefería eso que ahora se llama bajo perfil y que en sus tiempos se conocía sencillamente como modestia. A los lugareños los consideraba sus hermanos. Hacía culto de la libertad. Con ellos compartía desde el respeto por la Pachamama hasta la sensibilidad por el charango y la quena.

Cantaron con esta mujer de personalidad magnética —y comieron sus locros y empanadas— Jorge Cafrune, los Quilla Huasi, Eduardo Lagos, El Chúcaro y Norma Viola, Rolando Chivo Valladares, el legendario Agustín Lara y el tropical trío Los Panchos y Pedro Vargas. Pero también, Claudio Arrau, Narciso Yepes, el pianista alemán Detlef Kraus y Antonio de Raco. La condición para compartir sus veladas era levantar la guardia contra la soberbia intelectual y evitar de todas formas el aburrimiento. "Más vale un pobre yo que un gran remedo", dicen que repetía. Cuentan los que la escucharon que la Niña tocaba bastante bien los teclados y que para componer —una obra básicamente folclórica y casi desconocida, que Guastavino consideró "exquisita"— prefería la música pentatónica, esa cuyos acordes remiten a los sonidos de la montaña.

Era la gran anfitriona de las fiestas veraniegas de su finca de Lozano. Fue una de las primeras mujeres que manejó un automóvil y fumó cigarrillos públicamente en su provincia. "Y era extraordinariamente tierna", asegura su hijo.

Murió en Córdoba a los 66 años, mientras visitaba a su amigo, el padre jesuita Osvaldo Pol.


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