Conocé las reservas naturales a orillas del Dulce, un patrimonio natural y cultural santiagueño

Conversamos con sus propietarios y el empeño puesto en afianzar un trabajo con perspectiva turística, cultural y educativa.
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Aunque muchos piensen que se trate de emprendimientos que fueron creados para atraer visitantes y tengan en distintos momentos del año un lugar de descanso como escape a la vorágine de la ciudad, casi una cincuentena de reservas naturales que están en manos privadas y ubicadas a la vera de la Ruta Provincial N° 1 en Santiago del Estero, apuestan a proteger la biodiversidad de esa microrregión, desde una perspectiva turística, cultural y educativa.
Se trata de ambientes naturales ubicados a la orilla del emblemático Río Dulce santiagueño, y de un gran valor para la microrregión que incluye los parajes de Santo Domingo, Los Romano, Sauce Bajada, Los Pereyra, Los Arias, Los Banega, Villa Robles, entre otros pueblos situados a la vera de dicha ruta, lo que la convierte en un gran corredor ecológico, con distintos tipos de desarrollo en su área periurbana.
La experiencia de la reserva ecológica “Los Caracoles”
Pablo Muratore y su familia tienen en la zona de Santo Domingo -a unos 10 kilómetros de la ciudad capital de Santiago del Estero-, la reserva ecológica Los Caracoles, una iniciativa privada de 45 hectáreas de bosque nativo con el río Dulce como límite para disfrutar de su paisaje.
Con la premisa de proteger la poca biodiversidad que queda en cuanto a flora y fauna, Muratore emrendió el proyecto con la intención de desarrollar un lugar donde la gente pueda conectarse con la naturaleza. “Las reservas naturales fomentan el turismo sostenible, y representan un sector con gran potencial para generar empleo e impulsar la economía local sin comprometer el equilibrio ambiental”, sostiene, en diálogo con Terraviva.
Además de su emprendimiento con Caracoles, desde las reservas Mayu Maman y Costa Sachayoj, se fomenta inculcar un manejo distinto de estos espacios, propendiendo a que sean más amigable con la naturaleza, como modelo de crecimiento de la zona.
“Tenemos una responsabilidad mayor que los parajes que no tienen acceso al Río Dulce -sostiene el también abogado con perspectiva ambientalista- Toda la zona ribereña son lugares frágiles, con mucha fauna y flora y, como ocurre en distintas partes del mundo, se instalan los emprendimientos productivos que tienen potencial contaminante a orillas del río y es muy difícil que puedan combinar estos dos modelos: el de cuidado ambiental y el productivo, por sus intereses contrapuestos”, apunta, planteando la necesidad de activar políticas de conservación.
“Creemos que es necesario contar con apoyo del Estado, al tratarse de emprendimientos que tienen que ver con la conservación del ambiente y con el manejo de recursos naturales”, reconoce.
De allí su idea de que en algún momento dicha zona del margen del río sea declarada como “zona de protección”.
Estos temas y otros relacionados a la posibilidad de generar un corredor turístico de mayor promoción en la microrregión de la Ruta Provincial N° 1, es uno de las propuestas que se acercaron en el marco de las reuniones que se seguirán haciendo este año y los venideros, como ejes de trabajo en la Red de la Mesopotamia Santiagueña.
Turismo sostenible sin comprometer el equilibrio ambiental
Costa Sacháyoj, “encuentro de monte y río” … así se presenta la reserva natural ubicada en Villa Robles, a unos 30 kilómetros de la capital de Santiago del Estero, con acceso por Ruta 1, como trayecto principal y luego por caminos de ripio.
La reserva pertenece a Armando Diambra, “un lugar donde la cultura santiagueña cobra vida a través de sus tradiciones, su música y su gastronomía típica”, se describe en sus redes sociales.
Al igual que otros emprendimientos similares, se puede aquí recorrer los senderos del legendario monte santiagueño, descubrir la belleza del Río Dulce y sumergirse en un paisaje agreste y natural, además de disfrutar de la cocina regional, canto y danzas folclóricas, entre otras actividades.
“Costa Sacháyoj es una alternativa para desarrollar la actividad turística en la zona, desde una perspectiva de cuidado ambiental, algo que se necesita mucho incorporar en la gente que lo visita. Hace falta mucha conciencia en lo que respecta al cuidado”, apuntó Diambra en diálogo Terraviva.
Por su lado, Leonela Real, difusora de este emprendimiento, recalcó que el aporte al trabajo de la red de la Mesopotamia Santiagueña “puede ser clave para consolidar un circuito turístico y cultural que ponga en valor el patrimonio natural y las experiencias de la región. Nos enfocamos en el desarrollo de actividades ecoturísticas y recreativas que promuevan el contacto con la naturaleza y la identidad local, como disfrutar del río dulce, senderismo en la reserva y experiencias de turismo rural”.
Con esta premisa, sostiene que desde la reserva se busca “fortalecer el trabajo en red con otros emprendimientos y localidades para generar propuestas complementarias que diversifiquen la oferta turística, fomenten el turismo de cercanía y fortalezcan la identidad regional. La articulación con actores locales, tanto públicos como privados, es clave para impulsar proyectos sostenibles que beneficien a las comunidades, generando empleo y oportunidades para emprendedores locales”.
“Apostamos también por la educación ambiental y la concienciación sobre la importancia de la conservación de los ecosistemas, promoviendo actividades y programas que involucren a escuelas, investigadores y visitantes en experiencias significativas dentro de Costa Sachayoj. Nuestra visión es que, a través de este trabajo conjunto, logremos consolidar la Mesopotamia Santiagueña como un destino destacado dentro del turismo sostenible en la provincia”, remarcó Leonela.
Complejo familiar “La Negrita”
Álvaro Romero y Andrea Fernández, son dueños del complejo familiar “La Negrita”, compuesto por quinchos ubicados a la orilla del Río Dulce, a 3 kilómetros de la localidad de Villa Robles, un lugar ideal para acampar.
“En épocas de vacaciones tuvimos visita de turistas del país, pero el santiagueño está presente siempre”, contó Andrea, sobre este espacio que tiene proyectado en un mediano plazo instalar cabañas para que los visitantes puedan pernoctar.
Sobre la participación de este complejo familiar en las reuniones de la Red de la Mesopotamia, comentó: “Es la primera vez que nos reunimos y ser parte de los encuentros nos permite mostrar la importancia del cuidado de la flora y la fauna”.
Una apuesta en crecimiento
Desde una perspectiva cultural y educativa, estos espacios naturales en Santiago del Estero ofrecen oportunidades para la sensibilización y concienciación sobre el cuidado del medioambiente, promoviendo actividades como senderismo, música en vivo, avistaje de aves y experiencias ecoturísticas que refuerzan la identidad local, permitiendo así, fortalecer la conexión de la comunidad con su entorno natural, incentivando prácticas sustentables y revalorizando los recursos naturales como parte del patrimonio de la región de la Mesopotamia santiagueña.