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Un pueblo santiagueño mantiene la tradición de las barrileteadas

Martes 12 de Agosto del 2025
Un pueblo santiagueño mantiene la tradición de las barrileteadas

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La cultura de un pueblo se conserva también a través de la experiencia del juego. En San Pedro de Guasayán -ubicada en el límite de las provincias de Santiago del Estero y de Catamarca- se organiza todos los años una gran barrileteada, una entretenida y colorida postal que reúne a chicos y grandes por igual.

El auge de los videojuegos y los dispositivos móviles ha cambiado la forma en que los niños se entretienen, desplazando los juegos tradicionales al aire libre. Por suerte, este pueblo santiagueño se resiste a perder el valor de soltar al aire un barrilete, y ver cómo ese armazón que imita a un cometa, recubierto de papel o tela, se eleva en el aire aprovechando la fuerza del viento.

Corazones al viento” se denomina este evento, y días atrás fue su edición número 15, con cientos de chicos acompañados de sus papás disfrutando de un evento lleno de felicidad.

“La iniciativa de la barrileteada nació en 2008, por idea de unos locutores –comenta a Terraviva José Nour– y como todas las veces que se empieza con algo, logramos juntar apenas 5 o 6 barriletes. Al año siguiente, la convocatoria se fue agrandando, salvo durante los años de la pandemia que no se pudo hacer, pero después se llegó más gente hasta que cada reunión se fue consolidando”.

Además de los barriletes, en otras ediciones el evento tuvo otros coloridos: se soltó un globo aerostático, un paramotor y hasta un avión, para que los más chicos pudieran ver la experiencia que genera ver volar grandes estructuras en el cielo del pueblo, como atractivo relacionado a juegos y destreza en el aire.



Chocolateada y premios 

Desde hace 15 años, la barrileteada “Corazones al viento” forma parte del calendario del último domingo de vacaciones de invierno para los más pequeños. Al final de la jornada, se brinda una chocolateada, como cierre festivo de este gran juego popular que, por suerte, se mantiene vigente en las nuevas generaciones.

“Lo más importante es que se juntó a la familia para disfrutar de una jornada distinta. Ver como los padres ayudan a sus hijos a remontar un barrilete no tiene precio. Hay niños y adolescentes que nunca vieron volar un barrilete. Entonces, activar la propuesta es emocionante. La idea es que este juego se mantenga, que dejemos los celulares un rato y podamos sentir la felicidad que transmite este juego”, explica José.


Resistiendo al olvido 

Al final de la juntada, hubo premios en dinero para los que hicieron volar más alto sus cometas, también para quienes idearon diseños originales, el volantín más grande, el más chico, el más artesanal y hasta un premio al intento, un consuelo para aquellos que no pudieron hacer volar su juguete, pero se rodearon de felicidad y ya piensan en probar suerte en la próxima edición.

En tiempos donde las pantallas parecen capturar toda la atención, el vuelo de un barrilete recuerda la simpleza de un juego que no necesita más que viento, manos dispuestas y ganas de mirar al cielo. Es ese ritual humilde, pero poderoso, el que año tras año en San Pedro de Guasayán logra unir generaciones, resistiendo al olvido con cada cometa que se eleva y se pierde entre las nubes.


Texto: Omar Estanciero

Fotos: Gentileza José Nour.

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